Las peleas entre hermanos son el gran caballo de batalla de muchas familias. Son también un foco de preocupación y el motivo por el que familias se dirigen o buscan un profesional que pueda ayudarle.
Que este sea uno de los temas que más nos preocupa está muy relacionado con cuál ha sido nuestra historia de hermanos.
En muchas ocasiones sus discusiones, conflictos, peleas, van más de ti como hermano, que de ellos.
¿Qué significa esto? Si eres hijo único es posible que no le encuentres ningún tipo de relación a esto que estás leyendo, sin embargo es también muy posible que encuentres respuestas a la relación que hayas tenido con primos, primos segundos o amigos muy cercanos.
Si has tenido hermanos, puedes pensar en la relación que tuviste con ellos, en lo que pensabas de ellos y lo que hacían tus padres. Entraban o no en vuestras discusiones, había un trato justo e igualitario, eran amorosos con todos o si las comparaciones y rivalidades formaban parte de vuestro día a día.
Todo esto condicionará la forma en la que tú te enfrentes a la relación entre tus hijos, quieras o no quieras aceptarlo, seas o no seas consciente. ¿Esto pasa en todas las casas?El conflicto forma parte de la vida, por lo tanto también forma parte de los hogares. Los hermanos conviven muchas horas, comparten muchos espacios. Y, sobre todo, comparten de las cosas más valiosas y preciadas, que es el tiempo y la atención de sus padres. Ésto en general ya genera diferencias, rivalidades y conflictos.
Por lo tanto sí, el conflicto y las peleas son algo normal, habitual y que ocurre en todas las casas.
Pueden llegar a pelearse y discutir por las cosas más tontas. Pero, ¿acaso a ti no te pasa o no te ha pasado, con tu madre, tus hermanos, o ahora con tu pareja?
Pues a ellos también. El canal de televisión, las cucharadas de nocilla, si tú comiste tres o dos bollos, quién entra antes en la ducha, quién estaba en el colo de mamá, todo puede llegar a generar discusión. ¿Y si están el día entero peleándose y discutiendo? Si crees que este es tu caso y que tus hijos se pelean o discuten continuamente, te propongo algo importante: trata de ser objetiva
Muchas veces tenemos la sensación de que están el día entero peleándose, qué no hacen otra cosa. Párate y detente a observar. Cuando lo conseguimos, nos damos cuenta de que comparten un montón de juegos, de conversaciones, de soluciones a problemas, que se van presentando y en medio de esto hay discusiones, desencuentros, negociaciones y, posiblemente, algún grito.
Esto es bastante diferente a estar el día entero peleándose. Te cuento el caso de mamá Juani se ha parado esta tarde a observar a sus hijos. Estaba desesperada, sentía que no había ni un solo momento en la tarde en que no estuvieran enzarzados y peleando. Así que, tras mi propuesta, ha cogido un papel, un boli y su reloj.
Ha apuntado la hora a la que empiezan a jugar y cómo ha ido ese tiempo de juego.
Juegan a construir una cabaña con sábanas y mantas. Hablan para decidir cómo hacerla, se ponen de acuerdo, se ríen, disfrutan, siente cómo están supermotivados en su construcción en común.
Y de pronto, ups!. Una palabra más alta que otra, «yo no pienso lo mismo que tú», «me has sacado la manta, yo la cogí antes», forcejean un poco sin llegar a hacerse daño. Soy capaz de mantenerme al margen, en alerta y me sorprende un «Bueno, pues venga, vamos a hacerlo de esta forma». Inician de nuevo el juego, vuelven otra vez a reír, otra vez a disfrutar y cada uno se pone a jugar un rato, dentro de la cabaña a lo suyo.
A los 15 minutos aproximadamente uno le pide una merienda.
Durante la merienda, uno le hace una broma al otro y no le sienta bien. «Era broma», se enfadan, lloran, discuten, acaban de merendar. Vuelven a jugar juntos a la cabaña.
Juani esta tarde ha sido consciente de que sus hijos pelean mucho y discuten mucho, pero también se ha dado cuenta de que comparten mucho tiempo y espacio de juego. Se ha dado cuenta de que disfrutan juntos, se ríen, se ponen de acuerdo muchas veces. Las discusiones forman parte de la convivencia, de los juegos, de la relación y que tan pronto están discutiendo, se les pasa, lo arreglan y regresan a jugar y a disfrutar.
Esta noche Juani, puede ver la relación de sus hijos con menos miedo y menos preocupación. ¿Por qué discuten mis hijos? Habrá millones de motivos por los que discutan, pero muy posiblemente la mayoría podamos dividirlos en tres:
1. Hay necesidades diferentes y no todas se pueden cubrir al mismo tiempo.
2. Les faltan habilidades de comunicación, de resolución de problemas, de ponerse en el lugar del otro y aunque en muchos casos es posible que conozcan las habilidades, todavía le falta mucho entrenamiento.
3. Existen diferencias de intereses. Hay muchos momentos en los que las personas deseamos cosas diferentes al mismo tiempo y esto es un problema, puesto que nos cuesta ponernos en el lugar del otro y negociar de forma que los dos seamos capaces de ceder en algo y los dos ganemos algo. Esto se ve muy reflejado en nuestro mundo adulto. ¿Qué puedo hacer cuando se pelean? Es complicado responder en un par de párrafos a una pregunta tan compleja. Este tema se merece unas cuantos días y horas de reflexión. Por ello te invito a que profundices conmigo en mi taller online en directo sobre la relación entre hermanos que empezamos el 13 de noviembre.
En este taller tratamos este tema en profundidad. Así que ahora, a grandes rasgos, decir que cuando son muy pequeñitos debemos estar presentes prácticamente todo el tiempo ya que son muchas las diferencias que surgen y muy pocas las herramientas que tienen.
Nuestra presencia debe transmitir calma, ya que ellos apenas tienen habilidades para auto regularse. Debemos marcar límites muy concretos, necesitamos poner una mano cuando se vea que habrá un golpe o agresión y, en ocasiones, anticiparnos para prevenir lo que va a ocurrir para protegerlos física y emocionalmente.
Cuando son mayores debemos medir nuestra intervención con cuidado. Ya que muchas veces nos adelantamos y algo que podrían haber resuelto entre ellos, sin hacerse daño, se complica por la participación del adulto.
En cualquier caso, ante violencia o enfrentamiento físico, es importante intervenir, parar y dejarles claro que la violencia nunca es una herramienta para resolver nada. Una vez parado, podemos ofrecerles alternativas para volver a la calma. Lo más probable es que en este momento no estén en disposición de solucionar nada, en este momento necesitan recuperar el cerebro pensante, volver a integrarse.
Por ese motivo, les podemos ofrecer alternativas como un baño relajante, un juego de mesa, un momento para estar ellos solos cada uno en su habitación, escuchar música, un abrazo individual o colectivo, aprovechar para tocar su instrumento y relajarse. ¿Las peleas valen para algo más que para desquiciarme? Por supuesto que sí.
En las peleas del hogar, los niños aprenden habilidades de escucha, negociación, comunicación, resolución de problemas, de cómo ponerse en lugar del otro, entre otras.
Son en estos momentos en los que empiezan a darse cuenta de que no todo el mundo piensa lo mismo, que no le apetece lo mismo al mismo tiempo, ni siquiera todos interpretan lo mismo de una misma situación.
Nuestro hogar es una escuela de vida, es un gimnasio de vida y las peleas son un gran ejercicio. Son una tabla completa de gimnasia. Nosotros somos sus entrenadores. En ocasiones intervenimos directamente, en ocasiones hacemos entrenamiento individual y en otras colectivo. Y en otras ocasiones miramos el partido desde la grada, tomando nota de necesidades que encontramos en nuestro equipo, de cómo van progresando para buscar el momento adecuado y hacérselo saber.
Es importante que sepan que los has visto, que celebras su progreso, su avance y su esfuerzo. Como buen entrenador no lo voy a comparar con el jugador de al lado, lo voy a comparar con él mismo, con su propio proceso y con su propia evolución.
Recuerda, en tus manos está gran parte de la responsabilidad de hacer que en esta casa seamos un equipo, no rivales de por vida.